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Los centros nerviosos que regulan tu hambre y alimentación

Spain | 3 de noviembre de 2019

Por Generación Elsevier

Los centros nerviosos que regulan tu hambre y alimentación

Los centros nerviosos que regulan tu hambre y alimentación

Apoyados en la solidez de recursos de Guyton y Hall. Tratado de fisiología médica(se abre en una nueva pestaña/ventana) hoy trataremos los centros nerviosos que regulan la ingestión de alimentos.  Comencemos por explicar que la sensación de hambre se asocia con un deseo imperioso de alimentos y otros efectos fisiológicos, como contracciones rítmicas del estómago y agitación que impulsan la búsqueda del alimento. El apetito es el deseo de alimento, a menudo muy concreto, y ayuda a determinar la calidad de la alimentación. Si la búsqueda del alimento surte efecto, aparece una sensación de saciedad. Todas estas sensaciones dependen de factores ambientales y culturales y también de elementos fisiológicos que regulan centros concretos del encéfalo, en particular, el hipotálamo.

¿Qué controla nuestra hambre?

El hipotálamo aloja los centros del hambre y de la saciedad. Varios centros neuronales del hipotálamo participan en el control de la ingestión de alimentos. Los núcleos laterales del hipotálamo actúan como centro de la alimentación, porque cuando se estimulan excitan un apetito voraz (hiperfagia). Por el contrario, la destrucción del hipotálamo lateral anula el deseo de alimento y propicia una inanición progresiva,estado caracterizado por un adelgazamiento notable, debilidad muscular y metabolismo reducido. El centro hipotalámico lateral de la alimentación emite los impulsos motores para la búsqueda de alimento. Los núcleos ventromediales del hipotálamo sirven, en cambio, como un importante centro de la saciedad y se cree que confieren una sensación de placer nutricional que inhibe el centro de la alimentación. La estimulación eléctrica de esta región puede inducir una saciedad completa y, de hecho, cuando se ofrecen alimentos muy apetitosos, el animal los rechaza (afagia). Al contrario, la destrucción de los núcleos ventromediales motiva una alimentación voraz y continua hasta que el animal alcanza una obesidad extrema, cuadruplicando en ocasiones su peso.

Se cree, asimismo, que los núcleos paraventriculares, dorsomediales y arqueados del hipotálamo también contribuyen decisivamente a regular la ingestión de los alimentos. Por ejemplo, las lesiones de los núcleos paraventriculares suelen determinar una alimentación exagerada, mientras que las de los núcleos dorsomediales merman, por lo general, la conducta alimentaria. Como se menciona más adelante, los núcleos arqueados son los centros del hipotálamo donde convergen numerosas hormonas liberadas desde el tubo digestivo y el tejido adiposo para regular la ingestión de alimentos y el consumo energético. Existe una gran comunicación química entre las neuronas del hipotálamo; estos centros coordinan, en conjunto, los procesos que regulan el comportamiento alimentario y la percepción de la saciedad. Estos núcleos del hipotálamo también influyen en la secreción de algunas hormonas, de importancia para el equilibrio y el metabolismo energéticos, entre otras las hormonas tiroideas y suprarrenales, así como las de las células de los islotes pancreáticos.

El hipotálamo recibe:

  1. Señales nerviosas del tubo digestivo que portan información sensitiva acerca del llenado gástrico;

  2. Señales químicas de los nutrientes de la sangre (glucosa, aminoácidos y ácidos grasos) que indican la saciedad;

  3. Señales de las hormonas gastrointestinales;

  4. Señales de las hormonas liberadas por el tejido adiposo,

  5. Señales de la corteza cerebral (visión, olfato y gusto) que modifican la conducta alimentaria.

Los centros hipotalámicos de la alimentación y de la saciedad contienen muchos receptores para los neurotransmisores y las hormonas que modulan la conducta alimentaria. Mientras que la tabla enumera algunas de las numerosas sustancias que modificaron el apetito y la conducta alimentaria en los estudios de experimentación y que suelen catalogarse como: 1) orexígenas, si estimulan el apetito, o 2) anorexígenas, si lo inhiben.

Fuente

Imágenes y texto: Guyton y Hall. Tratado de fisiología médica(se abre en una nueva pestaña/ventana)