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Claves para crear un plan docente innovador

16 de noviembre de 2022

Por Elsevier Connect

[Los profesores excelentes]…, se trata de profesores que rompen las reglas, que escapan a las normas comúnmente establecidas en la enseñanza, tanto que incluso algunas veces son duramente criticados por aquellos <<puristas de la enseñanza>>

- Dr. Francisco Mora, Neuroeducación. Solo se puede aprender aquello que se ama (2019)

La naturaleza de la innovación obedece a la capacidad de introducir novedades. Una asociación muy frecuente interfiere en esta definición: la innovación no es sinónimo de tecnología, aunque si se implementa de la forma correcta el resultado suele ser exitoso. El entorno influye sobre el aprendizaje, pero la verdadera innovación es eficaz si se aplica sobre el método docente y la dinámica del aprendizaje. El objetivo final es optimizar el rendimiento, tanto del profesorado como de los estudiantes. Pero, ¿hasta qué punto podemos o debemos innovar?

En 2017, la sección Perspective de New England Journal of Medicine, publicó el artículo (y entrevista) “Saying Goodbye to Lectures in Medical School — Paradigm Shift or Passing Fad?” (Adiós a las clases magistrales en la Facultad de Medicina — ¿cambio de paradigma o moda pasajera?), del Dr. Richard Schwartzstein (Universidad de Harvard). ¿La Educación Médica universitaria debería seguir basándose en clases magistrales o deberían plantearse alternativas? Este dilema surgía en respuesta al descenso en la asistencia a clase de los estudiantes, a la sobrecarga docente y de estudio, a la dudosa consecución de objetivos, al efecto de una transición digital obligada y al fácil acceso a la información disponible. Se planteaba una dura crítica al paradigma de la Educación Médica universitaria.

Con la pandemia por SARS-CoV-2 hubo una ’inesperada‘, (o más bien, precipitada) explosión digital, que hizo tambalear la dinámica de las instituciones académicas, los alumnos y los docentes; pocos estaban preparados para cambiar de forma radical las tendencias habituales. La brecha creada entre el método de aprendizaje y la docencia tradicional crecía debido a la rápida expansión de herramientas digitales para compartir información.

En los últimos años se han introducido, como iconos de la revolución docente, incontables plataformas tecnológicas, salas de simulación y Apps en las clases (presenciales u online) y en las prácticas. En la mayoría de los casos han resultado ser elementos de entretenimiento que se ofrecían como innovación, pero que enmascaraban (e incluso empobrecían) el método tradicional de docencia, eliminando o al menos reduciendo la presencialidad de los estudiantes en los hospitales y deshumanizando la práctica clínica y la docencia. Ante estos elementos, profesores y estudiantes corren el riesgo de pasar a un segundo plano.

La cantidad de información y su disponibilidad dominan el proceso de aprendizaje. La verdadera innovación vendría de comprender y aplicar los conceptos de la neurociencia del aprendizaje, incluso sin la necesidad de grandes avances tecnológicos.

La poca flexibilidad y diversidad de los planes de estudios del Grado en Medicina, sometidos a una estructura burocrática y funcional muy compleja, es un aspecto que debemos asumir, pero no tiene que limitar el desarrollo de la innovación docente, donde el pilar básico es la suma de creatividad y experiencia. A nivel de gestión académica se dio un gran salto con la aparición de los campus y las aulas virtuales. Surgía una nueva vía de comunicación entre el alumnado y las instituciones académicas y profesores. Se facilitó el acceso a las guías docentes, que representan un estadio germinal de lo que hoy llamamos Instructional Design (ID) o Diseño Instruccional. Las guías docentes ofrecen a los estudiantes la información necesaria sobre cuáles son los elementos que definen la consecución de objetivos de cada asignatura, el profesorado asociado, el índice de contenidos de la materia, las competencias generales y específicas a adquirir, el sistema de evaluación y las fuentes de información básicas. Pero para evaluar la eficacia del programa docente faltaba un componente dinámico que estuviese presente durante el desarrollo del curso académico y se retroalimentara.

Algunos de los centros universitarios más vanguardistas han optado por desarrollar rutinas en sus planes de estudio con una intervención directa en el método docente y en el aprendizaje de los estudiantes. Una vez establecidos los objetivos que los estudiantes deben lograr en cuanto a la adquisición de conocimientos, el desarrollo de habilidades y las competencias profesionales, es el momento de plantearse cómo conseguir dichos objetivos, ya que el camino no siempre será el mismo.

Algunos de los centros universitarios más vanguardistas han optado por desarrollar rutinas en sus planes de estudio con una intervención directa en el método docente y en el aprendizaje de los estudiantes. Una vez establecidos los objetivos que los estudiantes deben lograr en cuanto a la adquisición de conocimientos, el desarrollo de habilidades y las competencias profesionales, es el momento de plantearse cómo conseguir dichos objetivos, ya que el camino no siempre será el mismo.

Hoy en día, todo plan docente innovador, especialmente si se ha optado por e-learning o una modalidad de docencia híbrida, debe incorporar un ID. El ID se define como un sistema de optimización del aprendizaje en el que se desarrollan una serie de fases y se realizan evaluaciones del propio método en base a la adquisición de habilidades y conocimientos, de forma que el plan docente se retroalimenta sistemáticamente en función de los logros y la consecución de los objetivos. Pero es de vital importancia no improvisar o dejarse llevar por tendencias efímeras, ya que esto supondría mayores niveles de frustración para docentes y estudiantes y un aprendizaje poco eficiente, así como una mala gestión del tiempo y de los recursos disponibles.

Existen diferentes modelos de ID basados en la teoría del aprendizaje. Cada uno presenta unas fortalezas y unas debilidades, y será el profesor, o más habitualmente el equipo docente, quien tome la decisión de cuál reúne los elementos más beneficiosos para lograr los objetivos de formación. Cualquier plan docente, salvando la diversidad de escenarios de aprendizaje y disponibilidad de recursos humanos y materiales, debe plantearse inicialmente a partir de cuatro pilares básicos:

  • Estrategias didácticas: análisis del escenario docente y de los objetivos, flipped classroom

    (aula invertida), aprendizaje cooperativo/colaborativo, evaluaciones diagnóstica, formativa y sumativa, repetición espaciada, resolución de problemas.

  • Selección y adaptación de recursos didácticos: índice de contenidos, uso de manuales, acceso a recursos audiovisuales (videos, imágenes, podcast) artículos científicos, presentaciones, modelos 3D, casos clínicos. Las mejores soluciones son plataformas integradoras con alta conectividad entre usuarios y que reúnan la mayor parte de recursos dentro de la estructura y de las fases óptimas de un aprendizaje eficaz.

  • Escenarios de aprendizaje: seminarios, clases magistrales presenciales, docencia online/híbrida, prácticas clínicas y/o de laboratorio, simulación virtual o material, congresos y reuniones, tutorías, clubs temáticos.

  • El alumnadoserá un factor determinante en el desarrollo del plan docente, según el número de participantes, su motivación e implicación. El estudiante de medicina debe ser consciente y protagonista de su propio proceso de aprendizaje. Es importante identificar aquellos elementos estratégicos que realmente aportan valor y calidad al conocimiento. Las recomendaciones, enmarcadas en un plan de mentorización, consisten en valorar y revisar la eficacia de las técnicas de estudio individuales y son esenciales y complementarias a la ejecución correcta de un plan docente. El desempeño de los hábitos de estudio con fines de memorización a corto plazo está ampliamente extendido, pero también está demostrado que es totalmente ineficaz. Es imprescindible instruir en estrategias de estudio productivas a largo plazo y animar a los estudiantes a involucrarse activamente, reinventando la figura del alumno interno.

Un plan docente innovador será aquel que integre herramientas y elementos estratégicos de aprendizaje basados en la propia (auto-)evaluación y en la mejora del proceso de aprendizaje. Enseñar mejor y estudiar mejor son la base del rendimiento académico. La sincronización del plan docente con un enfoque transversal de la materia es una estrategia idónea para mejorar el aprendizaje, ya que la complejidad de los conocimientos y el método para conseguir los objetivos se desarrolla de forma paralela. Optimizar el aprendizaje, según los resultados de valoraciones sistemáticas del método, ayuda a identificar las debilidades en el plan docente, pudiendo actuar eficazmente y de forma más o menos inmediata. El diseño de un plan docente innovador debe ser ambicioso. No por ello es necesario realizar grandes y radicales cambios, sino plantear la “teoría de las ganancias marginales”, que consiste en la introducción de pequeños (casi ridículos) hábitos y acciones que supongan de forma global un gran impacto en el rendimiento. Además, el diseño de un plan docente debe ser ambicioso al plantearse objetivos y escenarios, más allá de la materia impartida, y un uso adecuado de la tecnología. También debe ser ambicioso al hacerse preguntas. ¿Cuál es el impacto real de una innovación docente sobre la Educación Médica? ¿Podríamos identificar patrones individuales de aprendizaje basados en Inteligencia Artificial para optimizar el proceso de aprendizaje y aumentar el rendimiento en las áreas/conceptos que más nos interese? ¿Supondría esto un paso importante en la inclusión y equidad de oportunidades? ¿Podría esta optimización del rendimiento reflejarse en una reducción de los cursos del Grado en Medicina sin que afecte negativamente a la calidad de la formación? ¿Habría mayor disponibilidad de médicos? ¿Sería innecesario aumentar el número de facultades de Medicina? El diseño del plan docente es la vía para la innovación que define el futuro de la Medicina.

Autor: Juan Manuel Quiñonero Rubio

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