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Transformación digital: la optimización del aprendizaje

26 de mayo de 2023

Por Elsevier Connect

Los métodos están reemplazando a los fines en una docencia rendida a la tecnolatría y las pantallas, que proporciona pocos elementos útiles para instruirse en el raciocinio y la independencia de criterio

Antonio Sitges-Serra, Si puede, no vaya al médico (2020)

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La digitalización de la información fue un paso previo a la actual transformación digital, pasando del formato analógico al uso del ordenador personal. Esta última ha supuesto una revolución en la accesibilidad a la información, tanto por la aparición de nuevos dispositivos, como por el uso y desarrollo exponencial de internet. El objetivo, siendo simplistas, es el de hacernos la vida más fácil. Hoy día, el uso cotidiano de los smartphones y smartwatches, la intensa actividad de las redes sociales, la aparición de diferentes plataformas de comunicación, el almacenamiento de datos en “la nube”, el desarrollo de Apps, los nuevos asistentes personales virtuales domésticos y la permanente accesibilidad a la red, gracias al desarrollo de las telecomunicaciones, no sólo han aumentado las opciones de estar conectados, sino que han modificado nuestros hábitos y nuestra conducta.

El ámbito educativo no se ha desarrollado al margen de las tendencias digitales actuales. De hecho, es un ámbito imprescindible, ya que a través de la educación se crearán las tendencias del futuro. El aspecto clave de la transformación digital en la educación es la optimización del aprendizaje; conseguir un mayor rendimiento, ser más eficaces en el desempeño de enseñar y en la capacidad de aprender. Una vez más, profesores y estudiantes deben estar sincronizados y actualizados, integrando en su trabajo cotidiano aquellas técnicas de estudio y métodos docentes más óptimos, como la evaluación formativa, la gamificación, la memorización espaciada y la participación activa-colaborativa.

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Estaremos malinterpretando el concepto de transformación digital si pretendemos utilizar herramientas digitales a toda costa, creyendo ser creativos, innovadores tecnológicamente y confundiendo la gamificación o la optimización con el entretenimiento. Es un ejemplo de cómo el método, o más bien el formato, puede distorsionar los objetivos. No debemos confundir el método o formato digital con el modelo de aprendizaje. Enmascarar métodos docentes tradicionalmente ineficaces a través del uso de cualquiera de las herramientas digitales disponibles, por muy extendido que sea su uso, es un engaño. Otorgar el protagonismo del aprendizaje a la tecnología es tan ineficaz como estudiar Medicina sin realizar prácticas hospitalarias con pacientes reales.

Reconocemos la reproducibilidad como una capacidad inherente a los ensayos clínicos y la experimentación científica como método de verificación de resultados. Sin embargo, no lo asociamos tanto con el empleo de herramientas digitales en el contexto académico y de aprendizaje. Que los estudiantes puedan reproducir y repetir de forma grupal o individual aquellas experiencias de aprendizaje, de forma independiente durante sus horas de estudio y perfeccionamiento de habilidades, es un paso ineludible. Por ello, el primer aspecto que deben cubrir las nuevas tecnologías es el de dotar al estudiante de autonomía bajo los estándares de la evidencia científica y de la neuroeducación, pero deben estar dotadas de un componente para controlado de generación de incertidumbre estimular el pensamiento crítico y el aprendizaje a largo plazo.

¿Qué herramientas digitales son las más apropiadas?

La respuesta no es sencilla, porque cada contexto requiere una herramienta diferente; no es tan importante definir el progreso sino el saber contextualizarlo. De hecho, según consideran expertos en neuroeducación, el elemento más eficaz en la adquisición de conocimientos, desarrollo de un modelo mental sobre una asignatura, disponibilidad de la información y adaptación de contenidos, sigue siendo el libro o manual. Sin embargo, en un libro es difícil implementar las técnicas y métodos docentes realmente eficaces para el desarrollo del aprendizaje. Las plataformas ClinicalKey Student, Osmosis y Complete Anatomy, de Elsevier, son un ejemplo de integración de estrategias docentes eficaces, adaptación de recursos, transferencia de conocimientos, trabajo autónomo y colaborativo y conectividad entre docentes y estudiantes.

¿Debemos optar por implantar la inteligencia artificial, la realidad virtual, las tecnologías más vanguardistas en la creación de laboratorios de simulación clínica, considerar el metaverso como nuevo espacio virtual de aprendizaje? Una vez más, no hay una única respuesta. Sin duda es muy interesante desarrollar proyectos que evalúen estas herramientas digitales para conocer bien su potencial y si realmente son necesarias. El coste económico de algunas de las tecnologías mencionadas es realmente importante, y tal vez existan inversiones menos costosas y con mayor rendimiento y beneficio para los estudiantes y profesores. Además, la digitalización del proceso docente puede crear dificultades en la creación de los vínculos adecuados del proceso de mentorización, tan necesario en el ámbito académico. Por otra parte, hay que considerar el recurso más valioso en un curso académico, el tiempo disponible. Si una tecnología presenta una curva de aprendizaje incompatible con el correcto desarrollo del plan docente, debe ser descartada de inmediato.

¿Necesitamos realmente que nuestros estudiantes puedan acceder a más información de la que ya disponen? Realmente no. El esfuerzo debe dirigirse a la disponibilidad y el acceso a la información, así como a la adaptación de recursos, creando una vía de comunicación intuitiva y óptima entre docentes y estudiantes.

Autor: Juan Manuel Quiñonero Rubio