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El nuevo argumento para la transformación digital
Desde hace años se habla de crisis. La Gran Recesión trajo recortes y congelaciones; la pandemia, aprendizaje en línea, interrupciones en la investigación y más problemas de salud mental. A esto se suman fenómenos como la salida de posdoctorados o el “publish or perish”. Pese a todo, las universidades han sido resilientes.
Hoy, las presiones son más amplias: caen o se estancan los fondos públicos y disminuyen las matrículas. Algunas políticas limitan o gravan a los estudiantes internacionales. Crece, además, la duda sobre el valor percibido de los títulos y del trabajo académico.
Estas tensiones revelan un debate de fondo: el papel del Estado, el acceso y la finalidad de la universidad. Aunque su contribución social sigue siendo enorme, debemos comunicarla y demostrarla mejor.

No hacer nada no es opción. Diversificar ingresos, apoyar a los estudiantes y crear alianzas ayuda, pero suele ser parcial. Se necesita un enfoque integral, impulsado a nivel institucional y con participación de toda la comunidad.
Existen planes a diez años, pero suelen ser generales y difíciles de medir. Las metas de rectorados, bibliotecas, departamentos y facultades se solapan, sin suficiente conexión. La transformación digital puede ser ese hilo conductor.

Es «una serie de cambios profundos y coordinados —culturales, de personas y tecnológicos— que habilitan nuevos modelos educativos y operativos y transforman la propuesta de valor de la institución». Aporta resiliencia, flexibilidad y relevancia.
En la práctica, personaliza el aprendizaje, mejora el acceso a la información y libera tiempo al automatizar tareas. También permite decisiones basadas en datos sobre recursos y prioridades. La tecnología es el medio para un cambio organizacional más amplio.
Las iniciativas de transformación solo prosperan cuando la tecnología se aplica estratégicamente a nuevas direcciones institucionales.

En los noventa, el foco fue digitalizar y organizar información. Con el tiempo llegaron la automatización, la nube y la analítica.
El sector público adoptó estrategias nacionales y, en educación superior, el impulso creció con las revistas en línea y se aceleró tras el SARS y la COVID‑19. Las inversiones rápidas dejaron entornos complejos que hoy se siguen optimizando.
El auge de la IA generativa desde 2022 reavivó el debate y las expectativas.

Para algunos líderes, la IA puede renovar el sector. Para otros, desplaza programas existentes y fomenta el ‘shadow IT’. Compras descoordinadas pueden afectar seguridad y eficiencia.
Más que reemplazar la transformación digital, la IA la complementa. Lo esencial es una estrategia clara y una gobernanza común.

Los equipos tecnológicos ven retos cotidianos: gobernanza fragmentada, desinformación, brechas de habilidades, mayor ciber‑exposición y dependencia de grandes proveedores. Sin un marco compartido, el entusiasmo por la IA puede eclipsar prioridades clave.
El éxito exige datos de calidad (curados, normalizados y FAIR), estrategia de datos, arquitecturas sólidas y talento. La transformación digital prepara y protege cualquier iniciativa, incluida la IA.

La transformación no es un proyecto con final. Los modelos de madurez ayudan, pero el entorno cambia deprisa; avanzar es continuo.
Muchas transformaciones fallan por ambición insuficiente, poca implicación o inversión limitada. Mejor verla como un compromiso sostenido: como caminar a contracorriente en una cinta móvil, hay que seguir para no retroceder.
Cada institución prioriza de modo distinto. Este es un esquema simplificado.
Infraestructura y operaciones digitales: hardware, software, redes, seguridad y centros de datos.
Personas y cultura: gestión de talento, diversidad e inclusión, apoyo estudiantil, alfabetización informacional y de IA, y marcos legales y éticos (PI, integridad, uso responsable).
Creación de conocimiento: apoyo a la investigación en todas sus etapas y carreras.
Difusión del conocimiento: seguimiento e impulso del impacto (citas, patentes, políticas públicas, revisiones sistemáticas, portales y repositorios).
Desarrollo del conocimiento: enseñanza‑aprendizaje con experiencias personalizadas, aulas virtuales, colaboración y evaluación eficaz.
Gestión del conocimiento: datos confiables para orientar estrategia, colaboración, financiación y captación.

Note: this diagram is freely adapted from the visualization contained in the JISC Digital Transformation Toolkit here.
Las universidades encaran desafíos de fondo: financiación, matrículas, nuevas tecnologías y debates públicos intensos. Recortes drásticos o grandes acuerdos pueden poner en riesgo la integridad académica y la visión de largo plazo.
Hace falta una estrategia de centro, con liderazgo claro y participación amplia. La transformación digital de referencia aporta ese marco: coordinar personas, datos y tecnología para más resiliencia y valor social.
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